La conjura contra América
Un enorme sector de población de los Estados Unidos de Norteamérica y de las democracias occidentales tiene miedo. Un miedo más que justificado. Sienten y viven que su condición de «usuarios y consuminores», la que los ubica en la sociedad contemporánea, se está desmoronando. Viven a un paso de traspasar las múltiples fronteras de la exclusión. Nunca le dieron demasiada importancia a su condición de «ciudadanos» (el uso y consumo de bienes era lo que les daba identidad). En su escasa conciencia crítica han centrado la responsabilidad de lo que les sucede en dos elementos básicos: la clase política y los medios de comunicación y espectáculo (a los que atribuyen, ¡y aciertan!, una total dependencia de la clase política y del poder financiero). El señor Donald Trump ha centrado toda su campaña electoral en furibundos ataques a la «casta» de los políticos y, también, al conglomerado de medios de comunicación que reflejaban los intereses políticos y económicos de las élites. Ha dado resultado. Nadie piensa ni dice que lo sucedido es que un millonario ha ganado las elecciones a una millonaria.
La población que ha votado mayoritariamente a este personaje tiene miedo. La desconfianza y la rabia son sus sentimientos. Pura emoción. El lider perfecto para administrar y encauzar esos sentimientos es el demagogo. Un demagogo habla con frases cortas. Con la naturalidad (y emoción) de decir lo que siente (no lo que razona o piensa).
Para un demagogo la verdad es algo que se siente, algo que sale del «corazón» y el «estómago». Si el demagogo es actor la puesta en escena es perfecta. Una verdadera bendición para una sociedad del espectáculo en la que priman los juicios y no el pensamiento.
En España uno de los líderes mediáticos, el presentador televisivo Jorge Javier Vázquez expresaba, hace unos días, su opinión a una concursante que se quejaba de los continuos gritos que se producían en un programa en el que concursaba: «estamos en Gran Hermano, si no quieres escuchar gritos, vete a una biblioteca». Una frase que condensa a la perfección dónde estamos y qué está ocurriendo.
Yo ya estoy instalado en la biblioteca…
Nota: me sumo a la recomendación de una amiga y les sugiero que vuelvan a leer una excelente novela de Philip Roth, «La conjura contra América«. En ella un lider norteamericano, mediático y popular, el aviador Charles Lindbergh (aislacionista, racista, antisemita, xenófobo y declarado admirador de Hitler), gana las elecciones presidenciales de Estados Unidos a Franklin D. Roosevelt.
Otro día hablaremos de las estimaciones demoscópicas. Jajaja
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