Voces del Extremo

Defensa de una poética no inocente

Ajustando posiciones: Defensa de una poética no inocente.

El arte público puede estar en su mejor o peor momento,
pero la ideología que lo sustenta está donde estaba
y al servicio de quien paga.
CORBEIRA. ¿Público o no público?

 

Si lo real y lo que puede dar razón de lo real permanecen por debajo de los hechos, de las formas del lenguaje y del pensamiento impuesto ideológicamente; será necesario tomar conciencia de que nuestro razonar y comunicar se realizará en un contexto de distorsión masiva que hay que eliminar si no queremos ver, hablar y razonar en formalizaciones que nos llevarían, en una pirueta, a la defensa de las formas del lenguaje y el pensamiento que creemos estar atacando.

De ahí la necesidad de esquivar la trampa de la individualidad y la singularidad, del nihilismo y la palabrería insustancial, para insertarnos en el contexto/consenso social que nos sujeta (Tortosa, 2001), generando un espacio de debate que haga aflorar los antagonismos y resolver propuestas estéticas enfrentadas a la especialización y  espectacularización del campo simbólico, lugares donde, actualmente, el poder y el dinero tienen secuestradas la razón y el lenguaje.  Se trata pues, no ya de inmortalizarse a través del lenguaje, sino de transformarse/transformar por medio de él. Se trata, en suma, de seguir bailando, moviendo los pies, esquivando los golpes, encajando los inevitables e intentar, con todo ello, no quedar sonado por lo atronador de la fabrica de ecos, de los medias a todas horas predicando la complacencia de la esclavitud.

No confíes en los perros de los cazadores /… / No corras a besar / sus colmillos / Tú eres la presa.
E. RODRÍGUEZ. Miedo de ser escarcha. Sevilla. 2001:43.

Crítica con los valores y las prácticas sociales dominantes, consciente de la precariedad de las mismas, liberadora, limpia de ensimismamiento y condicionamientos, así debe ser la poesía de nuestros día si quiere seguir aspirando a algo más que a embellecer lo que de falso tiene todo esto. Versos que devuelvan confianza en las posibilidades de subversión, de rebeldía, de experimentación, de juego, de conocimiento como medio de liberación, de alegría de vivir la vida de otra manera.

 Si le miras la boca al monstruo / verás que tiene los dientes cariados…
E. RODRÍGUEZ. Miedo de ser escarcha. Sevilla. 2001:42.

El poema debe seguir poniendo a prueba, desde el análisis de lo real, la estructura dialéctica del discurso que se enuncia como su representación. Realidad falseada de la que liberarnos, en deseo y acción, para construir un mundo en el que quepamos todos, que rompa con “un sistema de desigualdad social que nos reclama para producirlo constantemente (Sainz Pezonaga, 2002:3)” a través de la obediencia, la colaboración o el consentimiento.

Un mundo que cimentemos entre todos desde la exclusión de la dominación y la explotación; y la apropiación por nosotros mismos de aquello que no nos deja ser nosotros mismos en diversidad, cooperación igualitaria y democracia directa.

Hoy, aquí, nos detendremos en la POESÍA como actividad que produce, propone y proyecta un otro en este mundo posible; que amalgama voluntades, crece en la desobediencia y la acción, produce discursos que animan a la acción y no a la esclerosis burguesa, articula el descontento social, etc. En definitiva, que asume responsabilidades comunicativas, cognitivas, ideológicas y políticas que concretan un cambio social radical individual, parcial o colectivo, pero cambio radical que anuncia que en nada de lo cambiado podrá haber vuelta atrás, cambio radical que nos prepara para que nuestra vida ya no sea sino un continuar transformando la realidad y devolverla multiplicada, abierta, extendida.

Poesía, en fin,  no como un nuevo género de la POESÍA, sino como actividad creíble y eficaz, sugerente y subversiva que anuncie una sensibilidad y “una ilusión distintas… que haya abandonado el ARTE a su suerte y circule sin nombre, alterando las expectativas de la vida diaria. Arte de obras, pero no obras de arte… A la medida de la amistad o de la solidaridad, a la medida de los problemas concretos o las pesadillas y los sueño colectivos. No a la medida de la carrera del artista (Parreño, 1998:23)”.

No es vana retórica, simple imaginación, ganas de echarle ganas, de interrogarse e interrogar a los demás, de  liberar la atención, de trabajar sobre los condicionantes de la experiencia y el comportamiento para voltear lo espectacular, para ponerlo en evidencia, irritarlo hasta el extremo de que se nos aparezca con su verdadera y ridícula faz. Ésta es la estrategia y actividad normal de muchos grupos e individualidades que trabajan poniendo en cuestión las representaciones del imaginario social, desplazando el campo simbólico hasta hacerlo reventar y hacer aparecer desde sus escombros una nueva gramática de la visión, la vivencia y la reflexión como actuación normalizada que perturba lo dado y nos emancipa de lo que nos oprime.

“ …el artista ha sido sustituido por el político que es el que, en última instancia, realiza la acción. Unos ejemplos nos harán comprender lo que intento decir. Una actuación memorable de Body Art fue protagonizada hace años por un tal Luis Roldán, el cual llegó a ser director general de la Guardia Civil y millonario; una Performance memorable fue aquélla de OTAN, de entrada, no; en cuanto al Land Art, dos ejemplos lamentables y cercanos protagonizados por verdaderos políticos artistas pueden ilustrar la relación entre el Arte de Acción y la política: la rotura de la presa de Aznalcollar que anegó de lodos tóxicos Doñana o la destrucción de la playa de Isla Canela… Lo cierto, y a modo de conclusión, es que los distintos movimientos o tendencias relacionadas con la Acción desarrolladas en los años 60 en Europa y América han calado hondo en nuestra sociedad y han sido utilizadas perfectamente por los políticos, los únicos que se han beneficiado de su verdadera riqueza propositiva: ande yo caliente y ríase la gente (Behaviour Art o Arte del Comportamiento).”

 J. GONZÁLEZ. La poesía en la calle. 2000:6

La pregunta sigue siendo pertinente. ¿Qué podemos hacer en tanto poetas políticos frente a estos políticos artistas? Si ellos se han apropiado de la estética, como manto bajo el que recubrir y sublimar sus actuaciones políticas, si ellos instrumentalizan la cultura para falsificar su verdadera imagen política, es hora de que nosotros politicemos nuestra práctica intelectual.

 “Cualquier tipo nuevo de práctica artística tendrá que tener lugar, al menos parcialmente, fuera del mundo del arte… dentro hay una cápsula sofocante en la que se engaña a los artistas haciéndoles sentirse importantes por hacer sólo lo que se esperaba de ellos. Seguimos hablando de formas nuevas porque lo nuevo ha sido el fetiche fertilizador de la vanguardia desde que se separó de la infantería. Pero quizás estas nuevas formas sólo puedan ser encontradas en las energías sociales no reconocidas aún como arte (Lippard, 1981:17)”

La estrategia expuesta no es ninguna broma. Comencemos a revelar la dimensión del engaño. Respondamos, desde la guerrilla contrainformativa, contra la construcción simbólica de su poder, es tan fácil como pintarle bigotes a la Gioconda. Recuperar para nosotros la facultad que estos se han arrogado. Seamos nosotros quienes descodifiquemos las señales de humo de las chimeneas de las fábricas de sulfuro como lo que son y no como lo que nos dicen que son de beneficiosas, volvámonos contra los mensajes de las paredes, contra las vallas publicitarias, contra los contenedores y las cabinas de teléfonos… que en todos estos sitios, los mensajes nos sonrían, que hablen de nosotros, que nos reconozcamos en ellos como una huella nuestra.

“Que una escultura de Úrculo sea maltratada en el maravilloso parque madrileño es una forma de evidenciar la problemática incursión del arte en la ciudad, así como la demostración de que en Madrid sigue habiendo buen gusto; me cuesta creer que quienes atacan las esculturas tengan peor educación que quienes las ponen. Ir paseando por un parque y tropezarse con una escultura de las aludidas es algo que sólo se lo puedo desear a José Luis Garci o cualquiera de sus invitados a su programa televisivo, incluido el artista de la escultura rasguñada. (Corbeira,2002:46)”.

¿Quiénes son entonces los vándalos, los radicales?, quienes nos colocan ante un discurso en bronce, vacío de valores, subido a un pedestal o  a una peana para hablarnos de méritos, hazañas y virtudes públicas y privadas que difícilmente pueden ser hoy día ensalzadas, conmemoradas y sobre todo compartidas pública y colectivamente; o quienes se enfrentan a él, agrediendo el monumento como expresión de autodefensa, cuestionamiento y contestación crítica a las imposiciones del poder sobre los ciudadanos (Alaiz, 1947; Maderuelo, 2001).

dejen las estatuas/ en su sitio// no le quiten/ los retretes a los perros.
ORTA + de poemas tontos (2003:42)

El rechazo y la hostilidad no pueden ser más contundentes. Un estudio realizado en Estados Unidos revela que 15.000 monumentos públicos están deteriorados, la mitad de todos los existentes en el país. 1.500 prácticamente destruidos por actos de vandalismos, graffitis, cagadas de animales, gente sin casa que los utilizan para vivir, coches que se han estrellado contra ellos o bien han sido demolidos por negligencia cuando se construía en sus proximidades, o se han visto afectados por decisiones políticas que los relegaban de sus emplazamientos, etc. a todo ello hay que sumar la acción de los agentes atmosféricos (contaminación, corrosión, etc.). Con todos los datos se ha llegado a una conclusión aplastante: las esculturas actuales no duran más de veinte años instaladas en los lugares públicos donde se colocaron.

Así que ánimo, que no nos ciegue el espectáculo, que no nos persuada del lugar que ocupamos en esta farsa. Descubramos, en realidad, a qué huelen las cosas que machaconamente nos dicen que huelen tan bien. Constatemos que ni hacemos nuestra ciudad ni nuestras vidas, que la compramos prêt-a vivre, nos cuesta cara, nos cae mal, le salen pelusas a los cuatro días y encoge apenas se la lava (Fiambrera, 1998). No ignoremos por más tiempo lo que hay. Distingamos, aún sin el maniquí, dónde comienza el escaparate y dónde la verdadera vida de la calle, y continuemos con todo lo demás, porque si somos capaces de reconocer que “…el capital… acompaña al currante montado en su coche, se pasa con él por el supermercado, le hace la lista de la compra, pasa por la guardería a recoger al enano y luego a casa, claro que sí: el capital globalizado llega a casa y enchufa el televisor, sugiere basura congelada para cenar y hace de bueno y malo en la peli de después de la cena… ah y en los intermedios el capital se cambia de traje y hace la publicidad en todas las cadenas, y da igual que cambies de cadena (¿por qué se llamarán cadenas?).(Yomango, 2003:4)” o lo que es lo mismo, que por estar en todas partes, hace que, hagamos lo que hagamos, nos tengamos que enfrentar a su principal objetivo: cómo hacer para no generar beneficios para él. Qué estilo de vida y modos de hacer adoptar para no ser inmediatamente deglutidos por el Capital. Parece evidente que los únicos modos que no lo amplificarían, que el Capital no trataría de transformar en modas, porque lejos de generar beneficios ayudarían a cavar su tumba, serían los que atentan a su propia naturaleza, empezando por la sobriedad, frugalidad y austeridad responsable en nuestros estilos de vida (limitando al máximo el consumo de recursos escasos),  y continuando con la extensión de tácticas de sabotaje lúdico (empezando por apagar las pantallas, vivir más despacio, renunciar al transporte privado, minimizar el tiempo de trabajo, etc.), libre circulación de bienes, estilos de vida YOMANGO en permanente lucha por liquidar grapas magnéticas, chinchetas, espirales, tiras adhesivas e hilitos de circuitos eléctricos por radiofrecuencia “…sólo en tu centro comercial (Yomango, 2003:22)”, las tácticas hacker, las ocupaciones, la problematización de los espacios públicos, el trucaje, el camuflaje, la payasada, la libre experimentación, etc.

“Instala placas conmemorativas de latón en lugares (públicos y privados) en los que has experimentado una revelación o has tenido una experiencia sexual gratificante… garabatea poemas en los lavabos del juzgado, pequeños fetiches abandonados en parques y restaurantes, arte en fotocopias bajo el limpiaparabrisas de los coches aparcados, consignas con grandes caracteres pegadas por las paredes, cartas anónimas enviadas a destinatarios conocidos o al azar, retransmisiones piratas de radio, cemento fresco… si la poesía no transforma la vida de alguien (aparte de la del artista) es que no funciona (Bey, 1996:11-12)”.

Si salimos así de dispuestos, preparados para iniciarnos en estas prácticas, estaremos experimentando con formas más intensas de existencia, favoreciendo procesos de autoeducación y autonomía que, además de transformarnos individual y colectivamente, construyendo y multiplicando los espacios públicos apropiados en nuestras acciones, transformarán la naturaleza política actual de los espacios públicos, usurpados, demonizados y/o utilizados con fines privados o como escenarios de la propaganda y el poder del Estado.

 “No se construye para los automovilistas, pero sí para los automóviles; no para los artistas, pero sí para sus obras; no para los ahorradores, pero sí para sus ahorros; no para los delincuentes, pero sí para los condenados; no para los creyentes, pero sí para las iglesias…  (Valcárcel Medina, 2002:14)”

Sólo volverá a haber arte en la calle, paseará la poesía, de nuevo, de nuestro brazo por la calle si somos capaces de reapropiarnos del contexto físico, social y conceptual donde la obra se significa como participación y coyuntura de prácticas de lucha,  interferencia o trasgresión. Vgr.: contestando las redes de control y vigilancia del espacio público, escenificando su dominio, conectando nuestra estrategia artística a las intervenciones y apariciones públicas de la política institucional y sus representantes, trabajando sobre/contra los media para subvertir sus representaciones y fetichizaciones, militando en sindicatos, federaciones y grupos no mediatizados por la política institucional, conectando y coordinándonos con otros movimientos sociales, participando en los conflictos que surjan a nuestro alrededor, reforzando con nuestro trabajo la capacidad de la base social para producir y organizar una experiencia real, recuperando las prácticas dialógicas que revitalicen el marco democrático.

Rescatemos pues, desde nuestra firme voluntad de producirlo desvinculado de la estructura convencional de consumo, el arte y la poesía del dominio de las instituciones y de los mercenarios que se atrincheran en ellas para empezar a hacer el auténtico arte de nuestro tiempo: la libre producción de acontecimientos, de acciones relevantes, perturbadoras y significativas, desde las que construirnos individual y colectivamente contra ellos y los poderes que encarnan bajo sus múltiples caras.

No sabremos si con esto lograrán nuestras obras las más altas cimas del vértigo poético, pero si sabemos que nos negamos a permanecer ciegos ante la barbarie. Nuestro trabajo se despreocupa de lo literario en la medida que se posiciona como socialización practicable (no más arte para artistas), como democratización de una experiencia creativa en la que reconocernos porque sucede en nosotros y nos transforma para la utopía. Poesía, pues, para construir trincheras, para volver a armar las palabras contra todo lo que ha de ser desfigurado. La mejor intervención poética estará contra la ley, pero ojo, que no te pillen.

Cuando nacimos/ ya habían traducido el mundo/ en un lenguaje equivocado./ Las cifras estaban destinadas./ Las fórmulas tenían veneno./ Tuvimos que aprender/ a respirar debajo del agua/ y seguimos esperando/ que la piel del tiempo/ no nos vuelva locos./ No queremos ser tratantes./ No queremos ser esclavos./ Continuamos una senda de sangre./ No olvidamos de qué está hecho el camino, no olvidamos.

E. RODRÍGUEZ. Miedo de ser escarcha. Sevilla. 200:43.

Seguir construyendo nuestra identidad desde lo que ha sido excluido del capitalismo, presentando, a los demás, este certero convencimiento en un actuar que amplifica la disonancia de las contradicciones del sistema. Contagiar el poder de la acción directa contra los derechos de propiedad, registros de control lingüísticos, corrección política, monopolio de los códigos culturales, fetichismo artístico, etc. nombrarlos en su radicalidad política y su carácter convencional y arbitrario desde el trabajo sobre el capital simbólico que conforma nuestro estar en el mundo. Una forma de lucha contra todo lo feo, triste e injusto que nos laboran y entre todos sostenemos.

Seguir construyendo nuestra diferencia desde una Razón consciente y transformadora que labore en la recuperación de una práctica que puede salvar al arte de morir en el siglo XXI de bienestar, de amnesia, de aislamiento egoísta. Es absolutamente necesario que la poesía vuelva a desordenar este ordenado mundo, reintegrar al individuo desde la anestesiante situación actual al conflicto individual y colectivo; y desde allí a la armonía de quienes quieren construir y sostener su estar en el mundo como entendimiento recíproco, conocimiento compartido, confianza mutua y acuerdo entre uno y otro (Marcuse, 1982).

Hay que tirar con atención del hilo de la Realidad. Esa es la mejor poesía que concebimos para el mundo. Una poesía dialéctica, pluridisciplinar, empática, participativa, cargada de información e intención, que provoque y altere más allá de las formas de la norma, nuestra visión y percepción individual y colectiva, que trastornadas, visión y percepción colaboren en el trabajo colectivo de derribar el sistema que, también desde su superestructura, la Cultura sostiene jugando a reconciliar ilusoriamente, bajo el manto del Arte,lo que no son sino contradicciones de clase.

Una poesía que refuerce un estar en el mundo como conciencia que, desde la radicalidad de su exponerse, universaliza lo individual de su experiencia, permite que nos reconozcamos en lo que habla y no nos desposee; que, lejos de bloquearnos, nos permite autopercibirnos lejos de las categorías del pensamiento dominante, continuar pensando y hablando, nos moviliza intelectualmente tanto para la crítica, como para la adhesión y la acción. Nuestra responsabilidad es hacer existir lo que decimos (Bourdieu, 2000), producirlo en voluntad y abundancia para la vida.

Antonio Orihuela
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