Voces del Extremo

La voz común

La voz común

¿Qué nos impide ser comunidad en diversidad, cooperación igualitaria y democracia directa?. Desde luego son muchos los obstáculos pero el más evidente es, sin duda, las relaciones sociales de producción capitalistas que nos expropian de nuestra propia vida y transforma a esta en el tiempo de la muerte. Sí, más allá de la extracción de plusvalías, de intensos procedimientos de alineación, lo que se lleva el Sistema Económico y lo que refrenda el Estado es el robo de nuestra propia vida. Llegar a aceptar esto no es fácil, por un lado las ficciones con que han recubierto el vivir y que sancionan los medios de comunicación como paradigmas de vida buena lo impiden; y por otro lado, reconocer esa verdad heladora podría destruirnos para vivir con el resto de los zombis, de los muertos vivos, si no va acompañada de una alternativa en la que vivir.

El masaje/mensaje cerebral oficial, si insiste en algo es en que, desgraciadamente para los que escuchan y asienten, no hay más Realidad que la que está en venta y que, habiendo sido naturalizados sus modelos de éxito basados en la fuerza bruta, el poder, el dinero y el arribismo, ya no hay alternativas a nuestro modo de vida. Esto no solo es falso sino que se me antoja que las posibilidades de vivir otra vida deben ser infinitas y además, por fortuna, muchos sabemos de algunas y todavía mejor, no idénticas sino múltiples, imprevisibles y desde luego, siempre en construcción sin fin.

Dejemos de pensar nuestra vida en términos de materia prima a la que extraer plusvalía y empecemos a vivirla como vida con sentido (sentido que afirme, incluso, la posibilidad del libre sinsentido). Pongamos fin a la larga noche de los zombis, rescatemos nuestra vida de la muerte presente, de la administración de muerte que la condena.

Tengamos el valor de usarla enajenada de su valor de compra y sumisión, trabajando en prácticas que nos ayuden a recuperar tiempo de vida, denunciando e intentando eliminar las relaciones de explotación y profundizando en la democratización de la vida pública.

Cualquier herramienta es buena, como la poesía rescatada de la muerte del arte y revivida para nuestro nuevo vivir.

Ella nos puede ayudar a crecer, a alcanzar la vida auténtica mientras hacemos el auténtico arte de nuestro tiempo: la libre producción de acontecimientos, de acciones relevantes, perturbadoras y significativas desde las que construirnos individual y colectivamente, generando nuevas identidades y consciencias sociales, transformándonos, en tanto energía antagónica, en una fuerza comprometida en la potenciación de la emancipación autoconsciente de todos los seres humanos.

Antonio Orihuela
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