Si en Sevilla detonaran la Giralda
El autodenominado Estado Islámico destruyó hace escasos días el templo de Baal, en Palmira. Con ello ha derruido parte de lo que un día fue Siria. Muchas personas murieron con eso. También, lógicamente, el jefe de museos de la ciudad, al que han ejecutado tristemente.
Un bárbaro es un alzheimer de la civilización. Va matando células de la memoria de un pueblo destruyendo su cultura, poco a poco pero haciendo lo posible para ser notado, aparentando ser imparable. Por eso la labor de personas como Sebastián de la Obra, director de la Casa de Sefarad de Córdoba, son tan importantes: La labor de Sebastián es mantener vivo, por ejemplo, a Maimónedes.
Si un día detonaran la Giralda se llevarían por delante todo lo que los sevillanos hemos sido. Hay símbolos que son más que símbolos y nos recuerdan por qué los andaluces tenemos los ojos negros y el pelo oscuro. Una vez, hace ya mucho, éramos más parecidos a los sirios que a los alemanes y ahí quedó la Giralda, que luego fue campanario. La Giralda es más que una torre, pues sus ventanas son de abeja mora y su tejado de cristiano enjambre. Nos hace un repaso de nosotros mismos cada vez que suenan sus campanas.
Claro está, mucho peor es una masacre, un genocidio, sin embargo, no debemos tirar por tierra la destrucción de la cultura, de nuestros monumentos. Nuestros edificios emblemáticos, nuestros libros, nuestros cuadros, reflejan todo lo que hemos sido a lo largo de la historia, son nuestra memoria indeleble. Si en Sevilla detonaran la Giralda morirían, definitivamente, nuestros antepasados árabes y Fernando III y su conquista, por decir dos ejemplos claros. Si en Sevilla detonaran la Giralda moriría mucha gente aunque no hubiese ningún funeral.
Si en Sevilla un día detonaran la Giralda, por supuesto, seríamos más fáciles de conquistar. Si no recordamos quiénes hemos sido, mucho más fácil será decirnos cómo debemos ser, mucho más fácil sería convertirnos en bárbaros decididos a morir y matar en el nombre de prácticamente cualquier cosa. Mucho más fácil sería meternos la trola de que una deidad nos quiere en guerra. Mucho más fácil… Todo… Por eso cuando unos bárbaros destruyen las Giraldas de otras ciudades, aunque el funeral sea arquitectónico, no deja de ser un funeral por el que estar de luto.
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