Perspectiva Caballera, otro mejor disco de Sr. Chinarro
El nuevo, último y definitivo disco de Sr. Chinarro no es raro, sino arisco. Lo digo, que conste en acta, como halago. Si el viejo sueño de Antonio Luque consistía en que la cubierta de un lanzamiento suyo fuese de papel de lija para así poder rayar los demás cedés en la correspondiente estantería de la tienda de turno (periodistas, preguntadle, no me lo invento), Perspectiva Caballera lo consigue sin necesidad de reclamar su derecho a roce. Sin necesidad siquiera de ir más allá de un archivo enviado por Wetransfer o el estreno online de uno de sus temas. Es una anomalía. Un punto y coma. Un fascículo que podría valer por toda la colección. Son, desde luego, otros tiempos. Tiempos modernos. De muchos modernos. Y me da en la nariz que Sr. Chinarro lleva más de dos décadas preparándose para precisamente ESTO.
Pero sigamos. Resulta que el primer álbum que graba Antonio para sí mismo (y su propio sello) no es aquel en el que se muestra más ensimismado. Tampoco el más expansivo. Y desde luego anda muy lejos de situarse en tierra de nadie u oler a leña de otro hogar. Todo lo contrario. Sospecho que pretende estar en tierra de todos. O en el terruño de cada uno de nosotros. El Sr. Chinarro de 2014 tiene conexiones con el del 2006, 2004 o 2011, y eso solo sucede cuando eres capaz de elaborar un menú-degustación que puede ser también plato único, y que se adapta a la merienda-cena de prácticamente cualquiera que no le haya desahuciado.
A estas alturas (o bajuras, como diría mi abuelo) podría parecer redundante hablar de las letras de Antonio Luque. Todavía me acuerdo de aquella vez en la que gracias a una pizarra nos dejó claro a mí y a varios críticos de revistas gratuitas y no tan gratuitas, que sus textos no buscan lo obtuso, sino la hipotenusa. Son pura matemática, lógica, conjuntos y subconjuntos. Son trigo limpio, y también trigonometría. Se supone que estamos de vuelta, así que si suelto que canta con una cadencia similar al mejor Luis Eduardo Aute, no hay razones para sonrojarse. Pero hay que reconocer que mala época es cuando hay que demostrar lo evidente.
Perspectiva Caballera” es tan golpe en los morros del nostálgico de sus primeros discos (que piensa que Luque se ha ablandado sin saberlo, ¡como si fuera incapaz de saberlo!) como del fan de su última etapa, más ecléctica y variopinta, algo tropical y costumbrista. Me parece que Antonio ha conseguido algo bastante inusual: una síntesis de aquello por lo que será recordado cuando se dedique a otra cosa: pop y literatura, estribillos y tristeza a degüello, destellos puntuales y focos cegadores. El túnel al final de la luz, y que ese túnel (volveremos a él) sea el agujero de gusano que te arrastra allende comparaciones y referencias.
Quizás me repita, pero estas diez canciones solo podrían ser de Sr. Chinarro. Si pertenecieran a obra ajena no sabríamos que hacer con ellas. Tendríamos que inventar algunos adjetivos y más de un adverbio castizo, cualquier otra cosa terminada en –mente que “cerebraríamos” como si fuese parte de lo que somos, de lo que seremos más allá de eso en lo que nos transformamos cuando nos golpean de lleno el genio, la vida y el impulso creativo de quien es, de facto, inalcanzable en su talento pero que nos hace sentir como parte de su misma epidermis, aunque a veces se arriesgue al manque pierda al intentar mostrarse más llano que agudo.
La tentación es jartible, y consiste en hacer comparaciones con Cobre Cuanto Antes, o con El Mundo Según, recrear una permanente auto-referencia. ¡Antonio Luque es como Woody Allen, un círculo-franquicia de Podemos o The Fall! ¡España, la España indie-castiza podría recorrerse de reproche en reproche hacia su pasado y su presente! Estamos ante un artista al que no se le permite la solución de continuidad, una evolución contracorriente. Se lleva “corrompiendo” desde el Pequeño Circo. Se le fue la olla con La Primera Ópera envasada al Vacío. “Hot Mothers” es su peor canción con diferencia. Habladurías. Pero Sr. Chinarro es también un río en el que siempre nos bañamos dos veces. En la primera te encuentras con un fan de sus viejas canciones. En la segunda con alguien que te dice que el nuevo disco es el más sobresaliente que ha hecho nunca. Y tú en medio intentando explicar lo inexplicable.
Pero voy a intentarlo. A ver, Antonio Luque domina el castellano mejor que la mayoría de nosotros. Kiko Amat lo sabe. Lo sabe Agustín Fernández-Mallo. Lo sabía Félix Romeo. Lo sé hasta yo. Esto incluye dobles sentidos, juegos de palabras, rimas, metáforas, cultismos, ocultismos, sujetos, predicados y neologismos. Pero nunca mira por encima del hombre. De hecho una de sus habilidades es que termines empatizando con él a través de una frase que al principio quizás no entiendas (aunque afirmes hacerlo) pero que con el paso del tiempo, después de tararearla, cantarla y subtitularla en tu cabeza, acaba siendo parte de ti, asimilada: llega un momento en el que la comprendes perfectamente. Es tu verdad, tu particular versión (original, incluso). Todas esas sentencias salpimentadas por guitarras punzantes, bajos sístole-diástole y carismáticos fraseos (Luque canta como puede, pero también como quiere, ¿cómo se quedan?) en la Thermomix de sus bien delimitadas influencias (desde La Dama Se Esconde o Ilegales hasta The Durutti Column y The Cure pasando por Smog o Cass Mc Combs) confluyen en algo muy especial: un túnel (sí, otra vez) al final de la luz. Es decir, primero te confunde, luego te ilumina y como colofón te lleva adonde no esperabas.
Perspectiva Caballera es el trabajo nº 15 en la historia de Sr. Chinarro. Y otro motivo más para la controversia. Meses y meses incubando en Soundcloud –son míticas sus “maquetas”, ahora añoradas por fanáticos de lo efímero- y resulta que nos viene con estas y con esto. ¡El anterior era mejor! ¡Los de Acuarela son insuperables! ¡Ni rastro de cadencias flamencas! ¡Por qué coño lo produce Antonio! ¡Era mejor el primer Chinarro, el segundo, el tercero, el quinto, el penúltimo! ¡”Ácido Fórmico” hasta suena a “Diario de Pitágoras”! Si la opinión en el gallinero es que Antonio Luque primero se vendió y luego pretende que le compremos, este elepé podría conseguir el esperado consenso entre propios e impropios. Estoy seguro de que él será el primero en desmentirme, pero me recuerda –de refilón- a Paco Ibáñez, Nick Drake, The Smiths, Vainica Doble, Golpes Bajos y hasta New Order. Un filón, vamos.
Resulta tan complicado predicar en el desierto como hacerlo al converso. Y no, no hablamos de terra formación (Antonio sembrando vida y humanidad en sus últimos trabajos, desde “Babieca” a, no sé, “La Danza del Vientre”), ni de que el listo baje el listón. Tampoco de catalepsia. Es solo que… es evidente que la inspiración le pilló inspirado. Quiero creer que a mí también. Que ahora soy más listo y más elocuente tras la enésima escucha. De hecho, este texto comenzó como un párrafo que escribí por gusto y ha acabado convirtiéndose en una parrafada que están leyendo amigos, conocidos y saludados. De todo corazón les digo a todos vosotros/ustedes que el Sr. Chinarro de 2014 (y del 2015, intuyo) merece la pena. Que Perspectiva Caballera es un disco sobresaliente con una coherencia y una cohesión que lejos de abrumar se hace hasta fluido, chispeante; parpadea más allá de los párpados, y pestañea mucho mucho más allá de las pestañas, if you know what I mean.
Ole el misterio.
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