Teatro

Los Miserables de TomaTeatro: ¿sólo ocho euros?

Los Miserables, por TomaTeatro. Foto de Francisco Pérez
Los Miserables, por TomaTeatro. Foto de Francisco Pérez

Los Miserables, por TomaTeatro. Foto de Francisco Pérez

El reto es grande, hacer lo que hacen grandes compañías, con una obra que nos sabemos de memoria todos y con la centésima parte de su presupuesto y, además, enseñar a los estudiantes del Colegio Santa Ana qué fue eso que pasó después de la Revolución Francesa. Efectivamente, el resultado de TomaTeatro es grande y el colegio está empapelado con trabajos sobre los filósofos que inspiraron aquello de “cada hombre un rey será”, verso de muchas canciones; una de ellas, One day more / Un día más, interpretada por todo el casting.

Estamos ante una obra amateur, los medios no son los mejores, el escenario es mínimo y el teatro el de un colegio. Sorprende, por ello, todo. Treinta y dos personas se suben a un escenario a cantar y todos están afinados.

Son los pequeños detalles los que hacen que esta obra sólo valga ocho euros: en At the end of the day, canción interpretada a coro, se pudo escuchar una pequeña disonancia (que no desafinación), falló la megafonía al principio y el vestuario no está hecho por Paco Delgado, nominado al Oscar por su trabajo en la película de Tom Hooper, y sin embargo, esto último no deja nada que desear. Otro de los grandes hándicaps de estos espectáculos es el idioma, la traducción hace que la letra, normalmente, caiga; por ejemplo, no es lo mismo decir 24601 en inglés (two-four-six-o-one) que en español, cuando la música está hecha para la lengua anglosajona. Sin embargo, la obra dribla este obstáculo con traducciones naturales que en los grandes números (para quien escribe, I dreamt a dream, Master of the house y One day more seguramente por encima del resto) se agradecen.

La obra trata solamente las canciones, y esto es su punto fuerte, las actuaciones de Anabel Pérez como Fantine y Patricia Berbel como Éponine están a la altura de cualquier cosa que se les ponga por delante; la hermana de Patricia, Miriam, resulta una soprano muy creíble en el papel de Cosette. La espectacular sencillez de I dreamt a dream, vocalmente, no le tiene nada que envidiar al plano fijo que le valió un Oscar a Anne Hathaway; tampoco el On my own de Éponine. En un segundo plano se quedan los hombres, Gustavo A. García (director artístico remarcable, además) como Javert y Pedro García como Jean Valjean tienen el eterno problema dramático-musical de cantar soliloquios en un idioma para el cual la obra no está pensada, no obstante, ambos salen muy airosos. Si le debemos poner alguna pega, es en la interpretación. Jean Valjean, en el momento en el que el Obispo de Digne le perdona, transmite confundidos los sentimientos del personaje, cambiando arrepentimiento por locura, y de Javert no se percibe la razón de su sentido del deber. Si bien estas pegas no son óbice para una buena actuación, como ya hemos dicho, muy notable en cuanto a lo que musicalmente se refiere. El otro gran protagonista del musical, Marius, interpretado por Jaime Rebollo, se suma al resto con una actuación bastante propia.

Otro de los momentos esperados con impaciencia es el Master of the House, para los íberos, Amo del mesón, y es interpretado por unos Thénadier (Mariano Mejías y María Gandiaga) que saben captar lo canallesco de los personajes en la obra musical (en el libro son bastante más oscuros) y dotan al espectáculo de un carisma sin el cual la obra sería demasiado sombría en cuanto a materia.

En conclusión, salvo los detalles que diferencian una obra amateur de una profesional, gran trabajo de esta asociación, que en cuanto a nivel vocal pasa sobrado el umbral de lo profesional a base de un gran trabajo y una magna obra humana. Estarán poco tiempo, y, además, ya han agotado para el próximo sábado, dense prisa, desde aquí se la recomendamos.

Lo mejor: sin duda las voces y la dirección escénica. Gustavo A. García hace un trabajo que no se corresponde a los medios y Daniel Otero (director musical y profesor del colegio) ha hecho cuajar a treinta y dos voces, que hacen gala de conjunción en “One day more”. Anabel Pérez como Fantine sobresaliente, la voz de Patricia Berbel no sabemos por qué sigue en un sitio tan artísticamente maltratador como Sevilla. Su ex-compañera Anabel García, de hecho, ya ha dado el paso, se lo dejamos como pista.

Lo peor: el carácter no profesional, queramos que no, se nota, pero no son cosas que el dinero no pueda solucionar. Lo que hemos dicho: Sevilla se matará por ver trabajos foráneos a los que los locales no tienen nada que envidiar. Ojalá alguien invierta.

Fernan Camacho
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