Frutos

El Tempranillo

José María El Tempranillo

«El tal Tempranillo es hombre de una estatura de cinco pies escasos, grueso y rubio. Tiene el labio superior un poco levantado y es alegre de cara«.

Orden de Captura. Febrero de 1830

José María El TempranilloJosé María Pelagio Hinojosa nació en Jauja -una aldea pobre colindante a Lucena- a comienzos del siglo XIX, a orillas del río Genil y rodeado de latifundios al sur de Córdoba. Su padre era jornalero, y murió joven, asesinado por un señorito antes de cumplir los treinta. Su madre no se volvió a casar, y José María tuvo que aportar llegando a trabajar el contrabando.

Cuenta la leyenda que con diecisiete años, tras haber quedado varias veces con María de la Fuensanta, una gitana del cortijo de Monte Alto, fue retado por el pretendiente «oficial», un gitano celoso que impotente lo retó a navaja a la medianoche, tras la romería de san Miguel.

Tras envolver una manta al brazo más torpe a modo de escudo para defenderse, y tras un par de pasos en falso del pretendiente, José María contraatacó asestandole una puñalá en el plexo acabando con su vida con lo clásica navaja sevillana. Al enterarse María, le bautizó: «Anda, que Tempranillo has empezao…» José María, para evitar el garrote vil, huyó a la sierra y ahí comenzó su leyenda.

«Fernando VII era el rey de las Españas y José María «el Tempranillo» el amo de Andalucía”

Tras varios días desaparecido de la Justicia, el corregidor de la zona, un tal Pedro Aurioles, quiso forzar su entrega llegando al punto de ordenar la detención de su madre… El Tempranillo, nada más enterarse y contra todo pronóstico, secuestró a la hija de un destacado funcionario cordobés.

A los pocos días Aurioles claudicaba; la madre volvía a casa y la hija, sana y salva, con su padre.

Desde entonces comenzó a asaltar a los caminantes; les quitaba el dinero, las joyas, los caballos… Al principio a punta de trabuco aunque a medida que pasaba el tiempo sus golpes fueron más audaces. Poco a poco se le fue uniendo gente que huían para esconderse en la sierra.

Hubo un momento que José María llegó a contar en la Serranía de Ronda con una cuadrilla de más de cincuenta hombres a caballo; entre ellos «el Lero», «el Venitas», «el de la Torre» o «el Veneno», muchos de ellos héroes de la Guerra de la Independencia.

José María El Tempranillo representa a la perfección la imagen del bandolero romántico andaluz, un salteador popular al cual se le atribuyen multitud de hazañas y que cuenta de una leyenda forjada a base de gallardía, derroche y simpatía por el desfavorecido.

Cuentan que una vez, un arriero muy pobre bajaba por los caminos con su burro famélico. Mientras se lamentaba de sus penurias con el animal al borde de la muerte redondeó el día cruzándose en el camino con tres trabuqueros; Juan Caballero «El Lero«, José Ruiz y el capitán José María, que le ordenó parar, y al ver al arriero confiarse al Altísimo, le calló de una voz, y tras amenazarle por si se le ocurría malgastar el dinero en otra cosa, acabo dándole 1.500 reales para comprar una mula recia con la que poder cambiar su suerte. El Tempranillo le indicó hasta el cortijo donde comprarla.

El arriero aceptó y fue con el dinero a la Hacienda indicada, donde se hizo con una mula joven y fuerte con la que seguir su camino.

Al día siguiente apareció el trío por la Hacienda, y a José María le bastó apoyar su trabuco en la barriga del comerciante para recuperar los 1.500 reales.

Este tipo de leyendas y su trato con los pobres le rentó más de lo esperado, gracias a su colaboración, los cientos de ojos y el boca a oreja, El Tempranillo dominó la Sierra durante una década.

El profesor Hobsbawm, de la Universidad de Londres encontró paralelismos entre esta acción y la otros héroes populares, como Robin Hood o Jesse James, el pistolero americano y la historia de la viuda y la deuda de los 900 dólares.

Claro que Jesse era un perturbado de gatillo fácil… Y El Tempranillo contaba con el apoyo del pueblo.

José María también pasó por la vicaría, lo hizo en Cádiz, se casó con María Jerónima Francés en Torre Alhaquime, quien moriría a los meses tras adelantarse el parto por el susto que le supuso verse cercados por un grupo de migueletes, aquellos soldados especializados en la lucha contra el bandolerismo.

El hijo sobrevivió y se llamó José María. El Tempranillo, tras enterrar a su mujer, bautizó a su hijo en la parroquia de Grazalema con total impunidad, ninguna autoridad osó arrestarle a pesar de brindar en público invitando a todos los presentes a celebrar a plena luz del día.

Era evidente que el bandolerismo andaluz estaba ganando la batalla a la administración de Fernando VII, quien no podía hacer otra cosa que ver como los bandoleros se enriquecían y se hacían los amos de los caminos. Mucho más tras perfeccionar un nuevo método de asalto sin usar el trabuco; el peaje.

Para ello El Tempranillo organizó unas franquicias en Sevilla, Málaga, Granada y Córdoba que exigían pagar un peaje a todos los viajeros. Cómo sería la cosa que hasta la Dirección de Correos terminó pagando… Aunque le llamaban el bandido bueno, ya que solía refugiarse en pueblos que los estaban pasando mal, él llenaba sus bolsillos a cambio de refugio.

El Tempranillo era un tipo elegante, y a pesar de levar una faca en la faja, cuando mandaba parar un carruaje lo hacía con modales exquisitos.

Prosper Merimeé, el autor francés, destacó en Carmen que Tempranillo sirvió de inspiración para la ópera de Bizet, que “era guapo, valiente y cortés”.

Los terratenientes y caciques, sobrepasados con tanto pillaje viajaron a Madrid para convencer al rey que lo mejor que se podía hacer con los bandoleros era indultarlos, lo cual llevó a Fernando VII a probar una jugada arriesgada…

En agosto de 1832 envió al general José Manso a entrevistarse con José María en la Venta de los Molinos, próxima a Morín, cerca de Estepa. De aquella reunión salió el Tempranillo indultado y con fuero militar, y ahí empezó su caída.

Al pueblo no le sentó bien que su héroe fuese ahora patrullando el Escuadrón Franco de Protección y Seguridad de Andalucía, con base en la Caballería de Córdoba, y ya no le miraban con tan buenos ojos.

¿Robin Hood es ahora el sheriff de Nottingham?

José María se esforzó tanto en su nuevo cometido que hasta el duque de Ahumada se inspiró en su labor para desarrollar la labor de la futura Guardia Civil. Ver para creer.

A principios de otoño de 1833 un soplón le informó de la guarida del Barberillo, que siendo miembro de la banda del Frasquito se escondía en un cortijo de Alameda. José María usó su antiguo apodo para amedrentarlo pero le salió el tiro por la culata. El Barberillo le pegó dos tiros con la escopeta y lo sentenció a muerte.

A los dos días moría tras dictar un testamento que no pudo firmar. El Tempranillo no sabía escribir, tenía 28 años.

Curiosidades del destino, seis días después moría Fernando VII.

Carlos Cano le compuso unas sevillanas que publicó en De la Luna y el Sol, 1980. Unas sevillanas a José María El Tempranillo, el mejor bandolero andaluz que ha habido en la Sierra.

Tono Cano
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