Quien no integra, se desintegra
Como no me canso de repetir, toda cultura -la española, francesa, italiana, etcétera- es, a fin de cuentas, la suma total de las influencias que ha recibido. No puede vivir aislada: se refleja y se contempla en el espejo de las demás. La mirada ajena forma parte del conocimiento global de nosotros mismos. Así, la multiplicación de miradas nos enriquece. El llamado «mestizaje de culturas» me parece redundante. Las culturas son naturalmente mestizas y los fenómenos de ósmosis, mezcla e hibridación se producen de modo espontáneo, sin imposición alguna.
Por ello, nuestra visión del pasado no debe ser excluyente sino integradora, y capaz, por tanto, de abarcar la riqueza de su propio contenido.
Vivimos en la época de imparables flujos migratorios, producto de la mundialización. esto permite la libre circulación de capitales y bienes, pero no de personas. Pese a ello, la inmigración aumentará, pues la naturaleza tiene horror al vacío y los puestos de trabajo que rechazamos serán ocupados, legalmente o no, por inmigrantes exteriores a la Fortaleza europea. el desafío que se nos plantea es político, económico y cultural, y nuestro futuro dependerá de la manera de encararlo.
Quien no integra, se desintegra.
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