Raúl Bernal (Jean Paul): «La música está más viva que nunca, la que está muerta es la industria»
Raúl Bernal es un músico particular, con una faceta como intérprete que desarrolla como teclista de Grupo de Expertos Solynieve y Lapido, grupos donde se reúne buena parte de la plana mayor del rock granadino de los últimos 25 años, y otra como compositor y cantante, a la que da vida bajo el nombre de Jean Paul. Dos caras de una misma moneda cuyo precio está marcado a fuego: el amor a la música.
Con su disco Ocho variaciones sobre el futuro, esta vertiente como compositor da un salto diferencial y sitúa a Jean Paul entre la plana mayor de cantautores de estirpe folk americana. Un disco optimista desde el pesimismo que está entre lo más destacado de este año que termina. Y un músico, Bernal, de discurso sosegado y afable pero con ideas claras y contundentes, en el que ese ideal romántico de la música como arte y el artista como ser inquieto y a la búsqueda de un lenguaje expresivo propio pervive sin impostura en esta época de revolución industrial-cultural.
Acabas de publicar Ocho variaciones sobre el futuro, un disco cuyo título ha hecho que se hable de él como de un álbum conceptual. ¿Cuál sería ese concepto, si lo hay?
La idea que gira en torno al disco y que enhebra todas las canciones es la de las diferentes formas en que se presenta el futuro, en que puede construirse el futuro. Desde tu forma de pensar, las cosas que suceden que no controlas, el futuro del amor, el futuro de la frustración… Son diferentes estados de ánimo que dan pie a que el futuro sea de una manera o sea de otra. Puede haber una idea de concepto, porque son ocho canciones con un título muy específico (todos los títulos comienzan con “una canción sobre…”), pero bueno…
Te lo digo porque cada vez que se dice de un disco que es conceptual, que va sobre tal tema, en realidad me parece que aunque no lo fuese seguiría siendo una colección de canciones que reflejan la inspiración del músico en ese momento…
Sí, claro. Todos los discos son iguales, un grupo de canciones hechas en un momento dado, con un fondo hecho por tu forma de pensar en ese momento, por tu forma de ver la música. En nuestro caso, por casualidad fue tomando un camino muy marcado sobre el futuro, que en realidad es una cosa que está a la orden del día, hoy más que nunca, creo, el qué va a pasar con nosotros.
Precisamente, en la reseña del disco te comparaba con Nacho Vegas por la forma de contar historias con las letras, de manera más narrativa que lo habitual, y con un punto tirando a pesimista. En ese sentido, ¿qué importancia tienen para ti las letras sobre la música?
Para mí, las letras tienen una importancia fundamental, porque el sustento de una canción es, por una parte, la música, pero otra gran parte está en la letra. Dependiendo del estilo que hagas, o de lo que quieras encontrar en la música, le das más valor o le das menos. En mi caso, aparte de tener una parte que se basa en la música que he escuchado toda mi vida, que es rock’n’roll, hay otra gran parte, como autor de canciones, de gente que escribe contando cosas, como Leonard Cohen, Donovan o Nick Drake, que serían mis “padres” a la hora de intentar hacer canciones. Que es diferente que a la hora de ser músico de una banda; digamos que es otra escuela. Y a mí, la que me marcó desde el principio fue esa. Así que le doy mucha importancia. De hecho, cuando registras una canción, el 50% es la música y el 50%, la letra, se divide a partes iguales. Y, bueno, yo lo que busco en una canción es que me transmita cosas. Hay muchas canciones que son grandes canciones, pero lo que cuentan o la manera en que lo dicen no me afecta tanto y todo lo que podría gustarme esa canción se queda un poco en el camino.
Una cosa parecida me contó Manu Ferrón…
Es que pasa mucho. Por ejemplo, grupos que admiramos todos, grupos guiris, como los Beatles o los Rolling, que a todos nos gustan, cuando traduces las letras hay veces que dices “¿por qué lo he hecho?”, ¿no? Y luego en cambio los hay como Leonard Cohen o Bob Dylan, que mucha gente no los aprecia profundamente porque le parecen una música repetitiva, pero claro, es que el valor de esas canciones no está exclusivamente en la música. Canciones como Hurricane o The times they’re a changing son canciones que tienes que leer. Igual que Leonard Cohen, que te puede parecer en principio lo más austero del mundo y un aburrimiento, pero es que no es ese el valor total de la obra.
Es que además Cohen era escritor antes que cantante…
Era escritor, y además reconocido.
El disco arranca con la Canción sobre la carga del tiempo, donde acabas diciendo que “todo futuro será peor”. Empezamos optimistas. ¿Ese es el espíritu que te ha inspirado el disco? ¿Tan mal estamos y vamos a peor?
Jajaja. Hombre, la primera canción tiene mucho que decir. Es la canción que intenta dejar atrás todo lo que se ha hecho antes, sobre todo para los que habían escuchado los otros discos. Es una forma de decir “olvídate de todo lo demás y vamos a pasar una página más”. Es otra historia. Tiene un trasfondo pesimista muy acentuado, pero yo siempre mantengo que dentro de ese pesimismo hay esperanza. Aunque puede ser muy rebuscado, pienso que si una persona no espera nunca más de lo que tiene que esperar, al final siempre habrá sorpresas, algo por lo que alegrarse. Ponerse en lo malo creo que es sano, porque al final nunca te vas a hundir más y seguramente te alegres un poco.
En la Canción sobre los estados imprevistos, hay una frase que me gustó mucho, “como un ancho mar, muy profundo, y en el fondo de ese mar, otro mar más profundo”. ¿A qué hace referencia? Si no me equivoco, la canción trata de la sensación de rechazo interno que se siente al comprobar que te has convertido en lo que más odias, ¿no?
Esa canción tiene dos partes. Está el pesimismo trágico de cuando… Es algo que pasa, o al menos a mí me pasa continuamente, que cuando haces cosas que te crees que no son las establecidas, que te estás saliendo del margen, que estás diciendo las cosas de otra manera y demostrando que hay caminos que no siempre son el mismo, sobre todo en la música o en la forma de pensar, llega un momento en que te das cuenta de que estás haciendo lo mismo que hacen todos los demás, que es seguir un orden establecido. Todo lo que estoy criticando continuamente, en realidad hay un tanto por ciento de la vida diaria que te hace ir por el mismo camino.
Como que no queda más remedio.
No queda más remedio, pero hay un punto de esperanza en esa canción, en el que dice que si eso pasa, es porque es el final, hay una parte de ti que está muriendo ahí. Y ese sería el final, un final como un ancho mar y en el fondo de ese mar otro mar más profundo. Como el abismo infinito. Yo creo que tiene bastante esperanza porque en realidad se está adelantando a ese futuro. Desde ese punto de vista, si lo piensas, muy posiblemente te sientas de esa manera. De la misma manera que cuando te sucede algo que no estaba previsto, cualquier traba a mitad de un camino, dejas de recorrer ese camino. Así que creo que hay esperanza dentro de ese pesimismo. Creo que es un canto optimista, en el fondo.
¿Qué otros cantantes te inspiran, además de los que has contado?
Me inspira la gente que siente la música de una manera muy visceral, y hace canciones de forma muy visceral. A mí me causa admiración toda la gente que se sube a un escenario e intenta decir cosas. Intento escuchar lo máximo posible y estar al día de lo que está pasando a mi alrededor. Sobre todo cuando mi profesión es esta, qué menos que hacer eso, ¿no? Luego, obviamente, hay una criba y los que se quedan son los que dicen cosas de una manera que creo muy pura, muy real, muy visceral. Son gente que toma la herencia de los cantautores bien entendidos, los de los 60, desde Leonard Cohen a Bob Dylan, Nick Drake, Simon & Garfunkel, que aparte de tener una cultura más folk, se preocupaban mucho por lo que decían, la forma poética de decir las cosas y de qué manera iban a llegar a la gente, ¿no? Porque en el fondo tú lo que estás haciendo es un discurso que es, bajo mi punto de vista, una cosa muy personal, que has tenido la valentía de inmiscuirte en la vida de la gente y encima decir lo que piensas. Creo que eso no se debe tomar nunca a la ligera, si sientes la música como lo que es una canción, que es una música y una letra, que tiene que tener unos acordes pero tienen que decir alguna cosa. Cuando estas cosas no se toman en serio, al menos en mi caso, porque prestas más atención a otras cosas, o a pegar saltos en un festival o a repetir un estribillo muy pegadizo que no dice absolutamente nada, eso para mí carece de valor. Jamás me pondría a escucharlo porque no lo entiendo como una canción.
¿No te gusta nada que no lleve letra, entonces?
No, no me gusta. Para mí una canción es eso. Lo demás es música instrumental. Cuando un grupo repite el estribillo 500 veces, para mí la voz deja de ser una voz, es un instrumento más. Para mí eso es música instrumental. Hay cientos de grupos que hacen eso, tanto en España como en el extranjero.
Ya, pero tienes música que es instrumental en sí misma, ¿no? Como buena parte del jazz…
Sí, bueno, pero eso es otra historia. Lo que se intenta conseguir con eso es otra sensación, otro sentimiento. Es como, no sé, leer un libro de Baudelaire e intentar ponerle música. La fuerza está ahí en las letras, ¿sabes? Lo demás es otra historia.
No sé si será otra influencia, pero me han contado que tu música recuerda a Tom Waits.
A mí Tom Waits me gusta mucho. Soy muy fan de Tom Waits, sobre todo del principio, cuando no era tan cabaretero, sino que era más jazzero. Esa faceta suya me gusta mucho más. Ahora… no se le puede decir cantar, en realidad, pero su forma de la voz, su sello, su sonido, ha cambiado muchísimo, y casi cambia de un disco a otro. Me parece impresionante, pero me gusta más su otra faceta, la jazzera, de crooner, de piano bar de los primeros discos. Incluso también se ha acercado algo al folk. Y en las letras, tiene el punto ese de la calle.
Siguiendo con las influencias, ¿fuera de la música cuáles tienes en literatura, cine u otras artes?
Gran parte de la influencia es literaria. Me gusta mucho leer, siempre he leído y me gusta mucho investigar lo que se ha hecho. Siento cierto agobio al pensar que hay muchas cosas que no puedo descubrir, porque la literatura es inmensa. Sobre todo, desde el principio, lo que me marcó fue la Generación Beat. Jack Kerouac, Ginsberg. Me interesó muchísimo. Luego Borges también. Kafka, Rilke. Son autores a los que siempre recurro. En cuanto a cine, los clásicos sobre todo. El cine negro me gusta bastante. Y de cosas, entre comillas, más actuales, porque tampoco veo mucho cine actual, por ejemplo Jim Jarmusch siempre me ha gustado mucho por ese punto irónico, cómico que en el fondo es bastante agrio…
¿El nombre de Jean Paul viene por Belmondo?
Podría ser… O Jean Paul Sartre. Es sobre todo un homenaje a la cultura francesa, que a mí siempre me ha marcado bastante. La forma de ver la vida que tienen, o que tenían, ahora no sé, pero que tenían los escritores y los artistas franceses, dentro del pesimismo, siempre brindar por eso, por el fracaso, siempre me ha gustado mogollón. Y un poco por casualidad viene el nombre, que yo siempre he tenido claro que quería personalizarlo, que fuera un nombre propio, para intentar englobar las canciones en una idea de personaje, que es algo que siempre me ha atraído mucho. Y aparte, si recuerda un poco a la cultura francesa, pues vino bien.
Además de tener tu propio grupo, tocas con Lapido y Grupos de Expertos Solynieve. ¿Para ti son diferentes aproximaciones a la música o partes de una misma cosa?
Son partes de un todo, pero para mí solamente. Para los demás no sé… Todo tiene un sentido, una cosa lleva a la otra, en realidad. Yo me considero primero un músico, y ahí mi labor es, en la medida de lo posible, enriquecer el sonido de una banda que me gusta, que me interesa y que estoy de acuerdo con su discurso. A mí me gusta desarrollarme como músico. Lo de Jean Paul es otra variante, que es desarrollarme como compositor. Pero yo soy pianista, es lo que he hecho toda mi vida. Si pienso en cómo me gustaría ser recordado, pues no lo sé, si como pianista o como lo otro. Son dos cosas que necesito, no podría estar haciendo una cosa sin hacer la otra. Así que claro que tienen relación. Sobre todo para mi salud mental y mi estado de ánimo diario, necesito las dos vertientes, claramente.
Una pregunta que siempre hacemos en esta revista: ¿existe el rock andaluz? ¿Y qué sería?
Hostia… Yo creo que existió… No estoy muy puesto en este tema, pero como etiqueta o como bandera…
La pregunta va por los grupos andaluces que hay ahora, aunque cada uno tenga su estilo, como Los Planetas, Sr. Chinarro…
Yo creo que sobre todo hay una forma de ver la vida, porque en Andalucía sí se ven las cosas de otra manera, sobre todo en el mundo artístico. La gente vive de otra manera. Yo no soy andaluz, yo nací en Murcia y viví allí mucho tiempo. En Andalucía llevaré viviendo diez u once años. Fíjate que Granada y Murcia están muy cerca, pero yo noté un cambio brutal en la manera de ver la música y la manera de ver un poco la vida. Era una cosa muy, muy sencilla pero que se veía de manera diferente. Sobre todo, lo que más me impresionó fue el discurso. Por ejemplo, Grupo de Expertos Solynieve tienen un discurso muy marcado. Y otro tiene Lapido. Pero siempre hay conexiones, es una cosa mucho más poética. Yo creo que lo que hace que haya una cultura, una escena, una bandera, es sobre todo que hay gente que tiene ganas de decir cosas. Y en Andalucía hay mucha gente, artistas, músicos o lo que sea, que tienen inquietudes, que es algo que en otras ciudades también pasa, pero no a tal escala. En Granada, por ejemplo, hay miles de grupo, pero es que aparte la gran mayoría son de gran calidad. Granada, quizás quitando Madrid o Barcelona, debe ser la ciudad que más grupos con gran proyección pueda tener España.
Y en densidad yo creo que gana…
En densidad, seguro, claro.
Como dice la letra de Solynieve, “se ve que hay calidad”…
Sí, y cuando ves las listas de lo mejor del año en revistas que tienen criterio, hay un gran número de grupos andaluces. Es sorprendente.
¿Y, concretando, en Granada?
En Granada, la gente que va a los bares, digamos, alternativos, que no es adonde va la gran masa, en realidad va a escuchar música. Hay bares que tienen una entidad muy concreta por la música que ponen. En Granada hay muchos bares así. Y la gente que va, escucha discos nuevos, se interesa por la música, hay discusiones sobre música… hay mucha inquietud por eso, se toma muy en serio. Es una cosa que, por ejemplo, yo en Murcia no veía, y también me movía en los mismos círculos. Es sorprendente. En Granada vas a un bar y te encuentras a la gente de las bandas y el que menos está de gira, o ha sacado un disco o está grabando, está terminando eso, va a hacer una colaboración con el otro… Hay un movimiento, una efervescencia, increíble.
Y, precisamente, tú estás en dos de las llamémoslas derivaciones de grupos de más prestigio de la historia de Granada, Los Planetas y 091…
Sí, es que en Granada, con el paso de los años te vas enterando de quién es este tío, qué hace, y no porque toque la guitarra de puta madre vale para tu banda. Necesitas a alguien que sea afín contigo, con tus ideas, con tu forma de ver la música, con tu forma de ver las giras, con tu forma de ver los discos, a qué le das más valor y a qué menos. Yo creo que, en Lapido, todos nos hemos encontrado y todos pensamos cómo hay que hacer las cosas, y cada uno es de su padre y de su madre, pero hay un fin muy claro que todos perseguimos y con él sabemos cuál es. Expertos, por ejemplo, es una gente completamente diferente, pero yo también lo comparto. Comparto mucho el discurso, la forma de hacer las cosas y la pureza que se intenta llevar a cabo. Con José Ignacio es intentar luchar, sobre todo, por la canción, por la poesía, y llevarlo al público de la mejor manera posible. Con Expertos también existe eso pero son otras formas de verlo, otros caminos que recorres, pero el fin en realidad es el mismo. Yo no podría estar en un grupo que lo único que quiere es ganar dinero y les da igual qué dicen y cómo lo hacen. Podría estar pero llegaría un momento en que no tendría sentido para mí. Es como estar en una oficina.
Volviendo al tema del pesimismo, ¿qué opinas de cómo está el panorama musical y cultural en la actualidad?
El cultural fatal, pero el mundo artístico está increíble. Yo creo que es una de las épocas más efervescentes.
Es un poco aquello de que en época de crisis surge la creatividad…
Bueno, yo creo que siempre ha estado ahí, pero ahora, con la crisis, a los artistas nos han golpeado tanto, con el IVA y toda la historia, que la gente se ha rebelado y ha alzado un poco la voz. Pero creo que siempre ha habido gente con inquietudes. Lo que pasa que antes la gente ganaba mucho dinero fácil, digamos, y ahora lucha mucho más. Como saben que no van a ganar dinero, intentan hacerlo lo mejor posible, dejar una obra que se pueda reconocer en el futuro. Dinero no va a ganar nadie. En España ganan cuatro; los demás, como es lo único que tenemos, lo único que sabemos hacer, lo intentamos hacer de la mejor manera posible.
¿Lo de arriesgarte a la autoedición viene por ahí?
Yo empecé a autoeditarme por una razón, que es que nadie quería editarme mi disco. Y como no quería que el disco estuviera guardado en un cajón, tuve que sacarlo. El primero lo mandé a muchos sellos, y muchos no me contestaron. Un par me contestaron, y con unos hubo un pequeño trato, una intención de llegar a un fin, pero se paró en el camino. No pensábamos lo mismo, y ahí se quedó. El segundo y el último ya no. Con el último hubo un acercamiento, pero nada. Lo que no me gusta es perder el tiempo. Si alguien le interesa, se hace y punto. Y autoeditarse, arriesgado no sé si es… Bueno, arriesgado sí es, pero es la única salvación que hay. En Grupo de Expertos Solynieve, el último disco también lo sacamos nosotros. Tiene una parte buena y una parte mala. La buena es que eres dueño absoluto de todas tus decisiones, de toda tu obra. Todas las decisiones empiezan y acaban por ti. La parte mala es que, cuando te hundes, el único que te saca eres tú. Después de sacar el disco, la gira y la promo, si estás hundido el único que puede sacar cabeza eres tú mismo y eso es complicado.
Vamos a ir terminando… ¿Quién mató la música, la industria, los piratas, la SGAE… nadie?
Todos… No, la música está viva, y yo creo que ahora más que nunca. La que está muerta es la industria. A mí no me parece mal, la verdad, porque ha habido mucha gente que ha ganado mucho dinero ofreciendo no arte, sino producto. Es como lo de los especuladores de las casas, que me parece que está bien que ahora están arruinados, porque han estado especulando con una cosa que es un derecho vital y se han enriquecido con ello. Con los sellos discográficos pasaba eso. Ahora están intentando sobrevivir. Por eso yo me siento orgulloso de estar fuera de esa industria, porque no he contribuido a su fracaso y, en cambio, intento demostar que hay otro camino para hacer las cosas. Creo que la culpa la tuvieron los sellos discográficos, primero; luego, las salas de conciertos, los segundos; y por último, los músicos…
¿El público no?
Yo creo que el público no tiene gran culpa. El público elige y tú no eres quién para imponer tu criterio.
Me refería al tema de las descargas…
Bueno, ahí la culpa la tuvieron las compañías telefónicas. Si tú ofreces una cosa gratuita, el público ahí no tiene culpa de elegirla. Ahí ya entra en juego el criterio. Es decir, hemos visto mil anuncios por ejemplo de Movistar ofreciendo un millón de canciones en descarga gratuita…
Pero eran legales…
De legales nada. Ellos ofrecen un soporte que permite descargarte canciones. De dónde tú te las descargues es otra historia.
¿Pero lo que promocionaba Movistar no era una especie de Spotify?
Yo he visto carteles publicitarios, que por lo visto los tuvieron que retirar, con un eslogan muy sencillo: “La música se disfruta más cuando es gratis”. Era de Vodafone. Al contratar una línea de Internet, te ofrecen no sé cuántos miles de canciones al instante. La gente se cree que es gratis, porque lo que no ve es que le está pagando a la compañía telefónica. No es gratis, estás pagando por canciones que no son de tu propiedad, ni de la tuya ni de la de ellos, pero toda la pasta se la das a ellos. Lo que haces con eso es robar y darle la pasta al tío que no se la merece. Pero claro, si a la gente le ofreces una cosa gratis, cómo no va a coger lo gratis. Habrá cuatro a los que su coherencia les diga que no está bien robar. Eso por un lado. Luego está el que a mí las descargas no me afectan. Tu buscas en cualquier plataforma de descargas y mi disco no aparece. Pero en Bandcamp lo puede escuchar 24 horas al día gratuitamente cualquier persona en el mundo.
Hay cierta polémica con este tipo de plataformas entre los músicos. ¿Funcionan bien para vosotros sitios como Bandcamp o Spotify?
Bandcamp sobre todo. Spotify lo que pasa es que paga muy poco. Pero es lo mismo que decía antes, tú tienes la opción de elegir. Eso está ahí, ya sabes lo que pasa. Así que lo que no puedes hacer es meterte y encima quejarte…
Hace unos días, contaba Coque Iturriaga, exmiembro de Migala, lo que había ganado por estas vías con su nuevo proyecto, Peakmood. Eran como unos diez euros en Spotify y unos 400 en Bandcamp. Evidentemente, no me voy a forrar con la música, decía…
Migala me gustaban mucho… Yo funciono con Bandcamp, a mí me funciona genial. Es una cosa que al artista le aporta. Lo manejas tú mismo, y puedes estar al tanto de la gente que te escucha y desde dónde te ha escuchado. Pero Spotify… Bandcamp, cada venta que hagas a través de ellos, se llevan un tanto por ciento, que lo veo bien porque te ofrecen una plataforma que funciona. Pero es lo que te digo, tú puedes elegir hacerlo o no.
Al final, los músicos acabaréis vendiendo vuestras canciones directamente…
Es que eso es lo que hay que hacer. Al final, por lo que apuesto es por quitar de en medio el mayor número de intermediarios posible, sobre todo si esos intermediarios no sienten amor hacia la música y el arte. Si son simplemente empresarios, yo no quiero tenerlos cerca. No me aporta nada una persona que solo se maneja con el dinero. Si me dedicara a otra cosa, estaría bien, pero me dedico al arte, así que no quiero a un tío que solo está pensando en la pasta. Aléjate… Las salas igual. Cobrando un alquiler desorbitado muchas veces y tenerlas en condiciones lamentables, me parece también un freno a la cultura, un freno a la escena. Muchas salas defienden la bandera de la cultura, pero es muy discutible. Y luego la culpa también es de los músicos por seguir por esa puta línea, porque esa línea solo es una, es la que te han dicho que tienes que hacer, pero hay muchas más. Cuando los músicos digan que ya está bien de darle pasta a los empresarios que les da igual lo que pase en sus salas, un tío con una zambomba o un grupo de puta madre, la gente de las salas empezarán a plantearse cosas. Y entonces la escena será más fluida, más leal y más honesta.
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