
Nunca más. A la mayoría de los ciudadanos no nos importan las primas de riesgo. Nos importa la dignidad de la gente y de las instituciones.
El Papa Francisco –que ya había estado en Lampedusa para alertar a Europa de sus responsabilidades- ha exclamado: “¡Qué vergüenza!”.
Lo primero es la gente, no el dinero. ¿Lograrán aprenderlo los aferrados a sus privilegios, posesiones y negocios? Lean “Morir en Lampedusa”, que el atinado Sami Naïr ha publicado en “El País” el 5 de octubre. Dice entre otras cosas: “Ciertamente es indispensable repeler estos flujos, pero ello no se puede hacer en detrimento de un tratamiento humano de la cuestión migratoria… En algunos países europeos ricos se han puesto en marcha en estos últimos años restricciones enormes a la concesión del título de refugiado. Es ahí donde radica la “vergüenza” y esta globalización de la indiferencia” de la que habla el Papa Francisco”.
Gobernantes: pongan en su conciencia y en su mirada la igual dignidad de todos los seres humanos en primer lugar.
Ciudadanía: no toleremos ni un día más, ahora que podemos expresarnos libremente, la debacle ética de un sistema injusto y anacrónico que sigue produciendo desgarros sociales de esta naturaleza. Ni morir en Lampedusa ni morir de hambre y desamparo, mientras se siguen invirtiendo en armas y gastos militares más de 4000 millones de dólares al día.
Ya sabemos que el Partido Republicano de los Estados Unidos, presionado ahora, por si fuera poco, por el Tea Party, seguirá oponiéndose al “Medicare” para millones de americanos y seguirá protegiendo la asociación del rifle, la fuerza sobre la razón, la seguridad sobre la justicia… Pero la voz ciudadana se expresará pronto.
Se avecina la “revolución espiritual” de la que hablaba Federico García Lorca en abril de 1936.
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