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La diosa Ocaña

La diosa Ocaña

«Esta canción es la historia de un mariquita andaluz a mediados de los 70 en Barcelona se solía pasear por las Ramblas vestido de flamenca pero no llevaba ropa interior, entonces si veía un guardia civil, pum, se levantaba la falda, si veía una monja, se levantaba la falda, si veía, yo qué sé, lo que viera… si al final lo que el quería conseguir es que la gente dejara de estar triste, pintaba las vírgenes, decía que en Andalucía las vírgenes eran muy tristes, es verdad, siempre están dramáticas, las vírgenes del hijo doliente, y él las pintaba con castañuelas, con abanicos, con peinetas… y se disfrazó una vez de Sol, o sea, de bengala, en el carnaval de Cantillana, que era su pueblo, en Sevilla y se quemó. Y se murió. Y es un poco el romance que les voy a cantar»

Con estas palabras presentaba Carlos Cano el Romance a Ocaña, canción que le dedicó a la diosa Ocaña en Cuaderno de Coplas, aquel disco que prologó Antonio Gala con unas palabras que no pierden vigencia con el paso del tiempo. «si no se avanza recordando, se tropieza…«.

José Pérez Ocaña nació en Cantillana, un pueblo cercano a Sevilla, en 1947. Creció en plena postguerra, una tiempo muy duro, sobre todo en Andalucía y su entorno rural, lo cual le hizo ponerse a trabajar desde muy joven, primero en el campo, y algunos años más tarde, entrando en la veintena, blanqueando, no como la Pantoja y su circo de horteras, sino con la brocha gorda que le dio su tío. Ya por entonces empezaba a desarrollar su creatividad pintando en lienzos y paredes de manera autodidacta.

Ocaña nunca escondió su homosexualidad, ni siquiera en el pudor de la adolescencia, y aunque entonces era un tema problemático en algunas familias, cuando hay hambre estos conflictos se diluyen.

Ocaña, por Conchita Fernández Punsola

Ocaña, por Conchita Fernández Punsola

Era una persona muy observadora, tenía fijación con el protocolo y amaba la imaginería grandilocuente, tal vez por eso, se fascinaba con los entierros a la antigua usanza, con unos velatorios repletos de plañideras y las reuniones de viudas y viejas de pueblo. Cuentan los que le conocieron que se animaba notablemente al llegar la primavera, por aquello de las flores, y le duraba la alegría hasta el final del verano, sobre todo el 25 de agosto, cuando celebraban en Cantillana las fiestas de la Asunción Gloriosa.

Amaba el teatro, seguidor incondicional de la obra de Lorca y los hermanos Alvárez Quintero. Su hermana mayor, María, participaba por entonces en un grupo de teatro local y él solía acompañarla quedándose embobado viéndola actuar. A principios de los 70, cansado de tanta hipocresía emigra a Barcelona buscando libertad y ampliar su actividad artística. Allí alternó su trabajo de pintor con su labor artística. Fueron años duros pero pronto, gracias a su personalidad, fue muy conocido. Organizó varias exposiciones y teatrillos, llegó a pintar más de 500 obras, salía a la calle travestido provocando escándalos repletos de folclóre con su puntito transgresor, ya fuera vestido de faralaes por Las Ramblas o en la Plaza Real cantando por Juanita Reina,… Fue su época dorada en la que junto a los artistas Camilo y Nazario, los tres paisanos que fueron un día hacia Barcelona para despertar a golpe de pintura, abanicos y maquillaje a un país que todavía seguía inmerso en el letargo en blanco y  negro del régimen franquista.

Una de las primeras manifestaciones a favor de los derechos de los gays y lesbianas fue motivada por su arresto en 1976 por «escandalo público».

Ocaña y Nazario en el documental de Ventura Pons

Ocaña y Nazario en el documental de Ventura Pons

En 1983 un accidente en las fiestas de Cantillana le provocó la muerte. Según la versión oficial, en una fiesta infantil, una de las bengalas que llevaba su traje de Sol prendió su disfraz, ocasionandole graves quemaduras de las que no pudo recuperarse, muriendo días después, el 18 de septiembre. Otra versión cuenta que Ocaña iba vestido de Dama de las Camelias y fue un niño quien le arrojó una bengala… Lo mismo da, murió demasiado joven, entrando por la puerta grande en el mundo de los mitos.

«Mientras otros intrigaban, manipulaban y se destrozaban buscando acomodo junto al nuevo poder -dejó escrito Nazario-, nosotros nos dedicábamos a pasarlo bien. Bebíamos, ocupábamos la calle, follábamos… Pero, además, buscábamos nuevas formas de expresión, nuevas músicas, nuevas revistas, nuevo cine».

Ay, se fue.. Se fue vestida de día…

Exposiciones:

Ocaña (1973-1983). acciones, actuaciones, activismo. (Revela que todo en el arte de Ocaña es pura biografía)

Audiovisual:

Ocaña, retrato intermitente, de Ventura Pons
Ocaña, la memoria del sol, de Juan José Moreno y Manuel Huete (donde se puede ver un cortometraje con Ocaña disfrazada de mujer en el muro de Berlín cantando a una Marilyn de cartón..)

Hoy en día, ya cumplidos los 30 años del accidente en Cantillana, una iniciativa ciudadana pide la apertura de un museo con los fondos que custodia la familia y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) está pendiente de una donación de algunos de sus ángeles de papel maché para recrear en una de las capillas del monasterio de la Cartuja la instalación de su exposición más exitosa, La Primavera.

Tono Cano
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