San Cecilio, patrón de Granada, árabe palestino enviado por la Virgen María «para cristianizarnos«
La ciudad de Granada celebra la fiesta de San Cecilio el primer domingo de febrero -hace más de 20 años era siempre el día 1- con una romería al Sacromonte donde se baila y se come.
Tradicionalmente, el Ayuntamiento reparte habas, salaíllas (tortas pequeñas) y antiguamente vino, hoy por aquello de lo políticamente correcto se ha sustituido; vaya, que el vino hay que llevarlo puesto…
Ese día se pueden visitar las reliquias de los santos varones apostólicos, los primeros que llegaron a Hispania: Cecilio, Tesifón, Torcuato… También se pueden visitar las cuevas de cal donde aparecieron a finales del XVI los huesos de los santos y un amplio grupo de tablillas redondas de plomo (Libros plúmbeos) donde se redactan diversos engendros mezclados del cristianismo y del islamismo, en el sentido de que apareciese como una única religión con distintas vertientes…
El final del siglo XVI es difícil y duro en Granada para la antigua población granadina musulmana, que ve cómo se incumplen diariamente las normativas y van siendo arrinconados. La minoría cultísima de origen musulmán pero fervientemente cristiana trata de ayudar a lo que siguen considerando su pueblo y se suceden los intentos de aparentar mestizaje. Aparecen manuscritos en la torre Turpiana, restos mezclados en lo que hoy es la ermita de San Miguel (los arcángeles son venerados en las dos religiones) hasta que se producen los grandes descubrimientos del Sacromonte granadino, justo encima de lo que era el Albayzín y las cuevas.
Efectivamente, Cecilio había venido a Granada (era una leyenda anterior ya recogida en los primeros siglos cristianos) y había sufrido martirio, pero habían predicado una religión que no era la católica claramente, sino que tenía muchos caracteres de lo que sería siglos después el islam. En esta mezcla verborreica, la ciudad se vió identificada y surgió una devoción inmensa a los descubrimientos.
Los gremios levantaban cruces, disputaban sus creencias, se adoraban las reliquias de los santos originarios, la ciudad trató de hacer un último intento en digerir a la población mediomusulmana aún no auténticamente cristianizada. Grandes nombres moriscos cristianos tuvieron que ver con estas actuaciones. Pero también grandes nombres de cristianos viejos.
Quizá se salvara algo, pero la operación no triunfó fuera de la ciudad. Al cabo de los años, Roma, el Papado, dicta una salomónica resolución: los huesos son verdaderos, los textos de los grabados en plomo son falsos. Pocos años después, se publica el primer edicto de expulsión de la población morisca…
Desde los descubrimientos, la ciudad de Granada celebra y conmemora como patrón a un santo varón, llamado Cecilio, primer obispo de Ilíberis en el lugar donde sus restos fueron encontrados y sus textos desautorizados.
Peores patrañas sostienen historias.
Granadinos, ¡viva San Cecilio!
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