“PAN, TRABAJO y L…”
Año duro el de 1976. El dictador había muerto, pero sus sucesores mostraban la peor cara. Era verano, pero la noticia llegó tormentosa: “La Guardia Civil ha matado a un estudiante de la Universidad haciendo una pintada…” Javier Verdejo se llamaba, Francisco Javier Verdejo Lucas, hijo del que había sido alcalde de Almería mucho tiempo, de una familia muy conocida. Muy del Régimen, hasta el punto de que no hubo denuncia por el asesinato, lo que retrasó muchísimo las investigaciones…
Estudiante de biológicas en la Universidad de Granada, pasado el parón de agosto, rápidamente nos pusimos en marcha. Había una iglesia, San Ildefonso, donde un cura vuelto de años en América del Sur no veía nada raro ceder el templo para actividades que por otro lado eran respetuosas hasta el extremo: un funeral por el alma del amigo, del conocido, del compañero, del afiliado, del militante fallecido por tratar de pintar en una pared el lema de moda en su organización: Pan, trabajo y libertad… Era en las paredes viejas del antiguo balneario de San Miguel en Almería…
Javier Verdejo pertenecía a la Joven Guardia Roja (¡madre mía el nombre!), las juventudes de un partido que iba tras el Partido Comunista de España. Se trataba del Partido del Trabajo, antes llamado Partido Comunista de España Marxista-Leninista (¡con dos güebos!) Era un partido político de mucha actividad, que negaba todas y cada una de las decisiones del partido matriz para adoptarlas algunos meses después… La Joven Guardia Roja se hizo popular por realizar fumadas de porros de marihuana públicas y cosas así de subversivas. Y por escribir su lema que para Andalucía era claro y tajante: PAN, TRABAJO y LIBERTAD.
Tuvo mala suerte, lo mataron por hacer una pintada, bueno, por intentar hacerla…
Salimos de la iglesia y tratamos de montar una manifestación, estábamos todos los partidos políticos de la clandestina democracia. Nos encontramos un cordón policial bestial. Aún vestían de gris, como en la dictadura, aunque entre ellos escuchabas ya frases de aliento poco antes de darte un palo que te quebraba las piernas.
Hubo un parón, como indios y federales que se miden las fuerzas… Sacando fuerzas de flaqueza, recuerdo decirle a Paco Portillo (PCE), “¿Paco, vamos a ver si nos dejan hacer algo?” “Vamos, Eladio”. Y vaya, ni mú. Un policía se levantó la solapa para enseñarme ¡una banderita de Andalucía!” mientras me decía “quitaros”. Lo que no hizo falta ya que nos pasaron y sobrepasaron y dieron una mano de ostias a la gente… Paco estaba asustado por su familia, pero es que esta vez no respetaron a nadie, a los periodistas que cubrían el acto tambien les atizaron…

Paco Portillo y Eladio J. Fernández Nieto negociando (1976)
En la imagen de arriba estamos Paco Portillo y yo negociando. ¡Ja! La negociación fue todo un éxito. Dieron palos hasta en el carnet de identidad. El tiempo te suele dar calma e información. Solo que es algo que se consigue con la edad, lo que no suele ser muy esperanzador cuando se lo tratas de explicárselo a un hijo, por ejemplo. Todos lo solemos aprender, aunque suele ser tarde, definitivamente tarde a nuestro pesar…

Javier Verdejo en 1975
Esta es su cara, este es Javier. Tenía padres, tiene hermanos, primos… En Almería, en Granada… Mi propia hija Paula es sobrina segunda de este chavea, que en una sociedad “normal” sería profesor de instituto, por ejemplo.
Javier Verdejo Lucas, fue una de las últimas víctimas que el régimen franquista arrostró en nuestra tierra. Su padre resultó ser un desgraciado que prefirió el régimen a su hijo. Los Verdejo eran conocidos en casa, muy conocidos… Da la impresión que Javier murió sabiendo que su padre estaba más con los que lo asesinaron, espero que no.
Mi padre siempre antepuso a sus hijos frente a cualquier otra cosa. Puedo dar fe, y agradecerlo.
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