Opinión y Pensamiento

Competencias básicas en Educación: «Tó es poezía»

Juanma Silva ···

La Ley orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación ha sido el instrumento legal del que se ha dotado el Estado Español para converger hacia un modelo educativo común para toda la Unión Europea. Luego, con este marco regulador como referente, cada Comunidad Autónoma desarrolló su propia Ley de Educación. Andalucía lo hizo a finales de 2007 al promulgar la que se conoce comúnmente como LEA.

Son todos y cada uno de los aspectos organizativos y pedagógicos de los centros educativos sostenidos con fondos públicos los que se ven afectados por estas dos leyes base, definidas aún más mediante decretos y órdenes autonómicos.

Como elemento pedagógico innovador, la normativa actual incluye las competencias básicas. ¿Esto qué es? Sencillamente, si se lleva a cabo, un cambio profundo y definitivo en la forma de entender la educación. En concreto, el legislador las define como “las destrezas, conocimiento y actitudes adecuados al contexto que todo alumnado que cursa estas etapas educativas (la educación obligatoria) debe alcanzar para su realización y desarrollo personal, así como para la ciudadanía activa”.

Desde aquí, como recogía un graffiti que se hizo famoso en Málaga, “tó es poezía”. Si prestamos atención al origen del concepto y su desarrollo, podemos pensar que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) tiene una idea bien clara de lo que es la ciudadanía activa.

Algunos, sin embargo, hemos visto en estas competencias básicas la posibilidad de aplicar legalmente en los centros educativos los principios pedagógicos que desde hace décadas defienden, por ejemplo, los miembros del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (MCEP), que tiene, por así decirlo, un concepto de persona que haría poca gracia a la OCDE.

Paradojas de la vida. Una normativa neoconservadora en el fondo se ha dispuesto en una forma que hacía posible pensar que en los centros educativos de Andalucía, para decirlo rápido, el profesorado podría romper de una vez por todas con el nocivo método tradicional y hacer que el único lugar del mundo donde el conocimiento aparece compartimentado de un modo antinatural (una cápsula de una hora de Matemáticas, que por supuesto no tienen nada que ver con otra cápsula de una hora de Lengua, Historia, Música, etc) se adaptase a las necesidades verdaderas de aprendizaje de las personas y al entorno y problemas reales que tenemos que enfrentar en nuestra vida cotidiana. El trabajo en equipo, la solidaridad, la implicación de las familias y uso del entorno para aprender desde lo que puede tocarse aparecían por fin como posible. Cabía la posibilidad de que la escuela no fuese una cárcel decimonónica, sino un lugar donde crecer, el dinamizador del cambio social necesario.

Entendemos perfectamente que leer dos leyes completas es un esfuerzo muy grande para la mayoría del profesorado. Mucho más formarse en nuevas metodologías o probar cosas distintas. De dejar la sintaxis o los ríos de España, o las matrices de lado y dar entrada a la libertad democrática en las aulas, ni hablamos.

Por tanto, en los centros educativos de Andalucía, salvo honrosas excepciones (que suelen coincidir con los centros educativos de zonas profundamente marginadas, como el Polígono en Granada, la Palmilla en Málaga o las Doscientas en Roquetas, entre otras) se trabaja de un modo que, con la LOE y la LEA en la mano, podríamos calificar de ilegal. Esto no quiere decir que el profesorado no trabaje, al contrario, mantener el orden dentro de las aulas (por ejemplo que los alumnos no se levanten y atiendan siempre, seis horas diarias), conseguir transmitir de forma lineal los conocimientos o corregir cientos de exámenes y trabajos con aulas de unos 30 alumnos-as de media es un trabajo absurdamente titánico.

El capítulo III de la LEA crea la Agencia Andaluza de Evaluación Educativa (AGAEVE), que es la encargada de hacer que la evaluación sea igual en toda la comunidad andaluza. Establecer los medios y criterios de evaluación no implica otra cosa que condicionar lo que los centros educativos tienen que trabajar en las aulas. También evaluará a los docentes y a los centros, de hecho ya lo hace. Esta agencia, con sede en Sevilla y dependiente de la Consejería de Educación, funciona a pleno rendimiento, enviando pruebas anuales a los centros de toda la Comunidad.

En la agencia trabajan funcionarios y personal laboral, no profesorado. Sí, personal altamente cualificado, conocedor en profundidad de la realidad andaluza en general y del sistema educativo de Andalucía, en concreto. No conozco a nadie que sepa cómo se puede acceder a un puesto en la agencia. Las pruebas deben ser complicadas, supongo.

Este organismo, equiparable a una empresa pública (por ejemplo, RTVA), nos lleva costados, entre unas cosas y otras, unos 170 millones de euros, y la cuenta continúa abierta. Como mínimo se añade (gastos de personal y funcionamiento aparte) medio millón más al año, lo que cuesta diseñar, distribuir y recoger las famosas pruebas de diagnóstico.

Efectivamente, cada año la AGAEVE nos regala una serie de pruebas para la Educación Primaria y la ESO que miden cada una de las ocho competencias básicas existentes: en comunicación lingüística, matemática, el conocimiento y la interacción con el medio físico, tratamiento de la información y competencia digital, competencia social y ciudadana, para aprender a aprender, autonomía e iniciativa personal y cultural y artística.

Con los resultados de estos exámenes, se construyen listas de centros buenos y malos, de profesorado competente e incompetente; los centros privados (que hacen trampa, por cierto) las usan para buscar clientes y dejar claro en las clasificaciones que su educación es de mayor calidad que la pública; en ellas se refleja lo que la Junta quiere que seamos en Andalucía.

Este años ha tocado, entre otras, una extraordinaria prueba para medir “Competencia Básica Cultural y Artística”. Esta prueba va dirigida a alumnado que debería estar comprendido entre 12 y 13 años, pero que, contando los repetidores que hay en 2º de la ESO, puede incluir a alumnos-as de hasta 18 años.

Se realiza la misma prueba para toda Andalucía, en colegios públicos, concertados y privados.

Si lo analizamos desde las dos perspectivas que el documento permite, una pedagógica y otra de contenido, queda más claro lo que es la prueba en fondo y forma.

En lo que se refiere al enfoque pedagógico, es un desastre, ya que las competencias no pueden evaluarse con un examen tradicional de contenidos. Y un examen tradicional es lo que nos han enviado a los centros educativos. Una persona competente es la que es capaz de aplicar lo que sabe para resolver cualquier situación concreta, conectando todos los contenidos que aprendió en la escuela formal y en la de la calle (entorno familiar, social, de ocio). De modo que un examen con respuestas concretas que la AGAEVE te da de antemano no sirve, de ningún modo, para saber si nuestros niños-as son o no competentes en algo.

En cuanto al contenido de este examen, caben dos interpretaciones. Puede, por un lado, que los creadores de las preguntas que contiene el documento crean que Andalucía, en cuanto a arte y cultura, se limita a lo que ellos reflejan en esta supuesta prueba de competencias básicas. Por tanto tendrían una visión sesgada, reduccionista, miope, pobre, limitada, incompleta e inculta de lo que es el arte y la cultura andaluza. Este pensamiento es tranquilizador, los pobres no dan para más.

Una segunda consideración nos conduce a pensar que a quienes diseñaron el examen no les importa lo más mínimo el estudio, conocimiento y difusión del fértil campo del arte y la cultura que se desarrolla en Andalucía y que, por suerte, trasciende con mucho los circuitos oficiales y comerciales. Estos individuos se limitan a crear y difundir un estereotipo cultural y artístico andaluz que represente lo que quieren sea la  esencia oficial de esta tierra, lo andaluz. Como todo prejuicio esta esencia oficial de lo andaluz es, por más que se quiera, excluyente y falaz. Todo lo que no está dentro de la oficialidad no es arte, no es cultura, no es andaluz.

Mirando las pruebas parece que estamos ante la nochebuena flamenca de Canal Sur, parece que oímos la RAI, que vamos de costaleros a la Semana Santa de Sevilla, a la Feria de Abril, al Rocío. Es la imagen de una tierra autocomplacida, pagada de sí misma, lo más grande, el lugar ideal para unas vacaciones. Veamos algo del contenido.

Ni que decir tiene que el flamenco forma parte del acerbo artístico y cultural  andaluz. Por ello, supongo, se creó la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco. Todos recordamos la magnífica función en la dirección de esta otra empresa pública de doña Bibiana Aído, que luego fue miembra del Gobierno de Zapatero.

El flamenco es una expresión artística hermosa. El flamenco no es todo, por suerte, en Andalucía. No es todo el arte, toda la cultura, toda la poesía. Por ello extraña un poco que sea el 27,7 % del total del examen. Y si atendemos a lo que la AGAEVE denomina subcompetencias, y que es una concreción de la competencia cultural y artística, tenemos que las cinco preguntas que hacen referencia al flamenco oficial son el 100% de las que se dedican a comprobar si el alumnado “conoce las principales manifestaciones culturales y artísticas de su entorno, especialmente las que conforman el patrimonio de Andalucía”. Sin comentarios, pero con ejemplos:

En la pregunta 1 se escucha en el aula una audición de flamenco y se les pide a los examinados que ordenen los elementos del cante según aparecen. Luego con esta canción (de Camarón) deben identificar el esquema rítmico. Con posterioridad, y siempre dentro de esta pregunta primera, se pide que se identifique el palo (es una bulería). Cierra la cuestión una subpregunta de rellenar a partir de una inicial en la que se pide que se digan de qué tres formas de interpretación se compone el flamenco: cante, baile y toque.

Saltemos a la pregunta 2. Ahora vemos un crucigrama en el que se ha de descifrar una palabra vertical (PACO DE LUCÍA) a partir de once horizontales (CAMARÓN, TOMATITO, CANTE, DUENDE, MORENTE, SEVILLANAS, ANDALUCÍA, COMPÁS, BAILE, GUITARRA).

Las preguntas 6 y 7 quieren indagar acerca de si nuestros niños-as tienen “conocimiento, uso y valoración de los diferentes lenguajes artísticos”, para lo cual recurren primero a una serie de imágenes que en el alumnado deben despertar una serie de sensaciones concretas, nunca otras, nunca diferentes a las que los creadores han establecido bajo pena de ser evaluado negativamente. Así, un anochecer tiene que dar frío, tristeza o melancolía.

En segundo lugar, la pregunta 7 dice que cada cultura asocia ideas a colores. Por supuesto, Andalucía también tiene su código propio. Si para un escolar el rojo no simboliza la sangre y el azul no es sinónimo de serenidad, la nota será la más baja (evidentemente, el blanco no puede ser otra cosa que la pureza, como bien sabe cualquier romero). Los significados estaban limitados, los signos también, solo había que unir con flechas.

Podríamos terminar de comentar todas las demás preguntas, que igualmente no tienen desperdicio. Creemos que se han podido hacer ya una idea aproximada de lo que son estas pruebas. Pero nos tienta poner un último ejemplo: en la pregunta 10, que hace referencia a manifestaciones culturales y artísticas de distintas épocas y culturas. Aparecen imágenes de un Santo románico, una columna de un altar barroco, un templo renacentista y un Cristo crucificado gótico.

A modo de conclusión, para no aburrir más, desearles suerte si son padres, madres, profesores, profesoras, alumnos o alumnas.

secretOlivo
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