«Cuanto más alto se sube…» A Juan de la Cruz / Juan de Yepes Álvarez
«Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía:
por eso quien lo sabía
queda siempre no sabiendo…»
Juan de Yepes Álvarez (Juan de la Cruz)
Recién llegado del hospital. Cansado y débil… No sé por qué razón me llevé esta mañana la «Noche oscura del alma» de Juan de la Cruz. Lo leo hondo a pesar del ruido. Un largo inventario de palabras de su boca a la mía. Palabras y versos que aparecen escritas en el vaho de un espejo. Palabras abrumadoramente hermosas.
La noche del 13 al 14 de diciembre de 1590 moría Juan de Yepes Álvarez (Juan de la Cruz) en mi pueblo, en Úbeda… Sus poemas han llenado durante siglos la vasta soledad que habitamos. Quizá con el tiempo lo pude idealizar pero… aún así continuo abriendo sus libros. Me siguen provocando tumbos y deseos. El debe y el haber de mi vida tienen en este hombre y su obra una cuenta pendiente. Nunca llegó a plantearse, este hombre menudo, «lo que queda de amor»… siempre estuvo inflamado. Siempre repitiendo: «tú me dueles pero te canto»
En 1575 fue denunciado a la Inquisición. Lo encerraron en Medina del Campo. En 1577 es encarcelado de nuevo en Toledo de donde se escapa (en medio de la noche) en 1578. En 1590 es destituido de todos sus cargos… sus amigas se lo llevan a Úbeda. Hoy la institución heredera de la que lo persiguió celebra su día como «doctor» de la Iglesia. Necios pero no arrepentidos. Ay!
Cuando regresen los vencejos y las palomas se queden ciegas, volveré a abrir sus paginas. Mis ojos centinelas harán que sus palabras vayan, de nuevo, de su boca a la mía.
«En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía»
Juan de Yepes Álvarez (Juan de la Cruz)
Esta canción de Los Planetas está incluída en el álbum Encuentros con entidades, 2002
Mientras iba de tu mano hacia la montaña,
unos días eran fuego y otros eran llamas.
Dentro del espejo donde no me reflejaba,
la promesa que en la cima nos aguardaba.
Pero una vez allí las nubes no nos dejaban ver el suelo
y una sensación que tuve fue miedo.
El camino de bajada era más estrecho,
se podría decir una bajada a los infiernos.
Te pedí que me guiaras cuando estaba ciego,
la montaña fue quien respondió con eco,
un eco que reproducía exactamente mis lamentos,
los sueños que una vez tenía y ya no tengo.
Un camino de torturas y de sufrimiento
que me ha traído donde ahora sigo muerto,
rezando para que alguien me levante del suelo,
donde estoy abandonado.
Así que te pedí lo menos y no quisiste darme nada
y ahora que ya no te quiero, me llamas, me llamas …
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