
Valcarcel recuperado. Foto de TonoCano
Los locos han vuelto al Valcárcel pero los sonidos que salen ahora del viejo hospicio proceden de jipíos, guitarras, cajones y palmas. Las ‘hordas de antisociales’ se han apoderado de esta joya de la arquitectura neoclásica civil andaluza para evitar que la ruina acabe con sus cimientos. Todo un modelo de acción ciudadana que ha convertido un edificio en amenaza de derrumbe en un centro cultural popular.
Atrás queda una historia de especulación urbanística que se remonta a 2003. En ese año, ajenos a la burbuja inmobiliaria, Zaragoza Urbana adquiere los derechos de explotación para la construcción de un hotel de cinco estrellas. El proyecto no cuaja y el edificio queda abandonado a su suerte.
Situado en el barrio de La Viña (Cádiz), a los pies de la mítica playa de La Caleta, un grupo autónomo –organizado como Centro Social y Cultural, asociado al movimiento 15M- ocupa el solar resucitando este espacio que forma parte de la cultura de la capital andaluza, procediendo a la limpieza de escombros y acondicionamiento del recinto.
Todos los lunes al caer el sol, los locos del Valcárcel celebran una asamblea donde programan las actividades para la semana así como debaten y acuerdan aspectos relacionados con su mantenimiento. Cada día tienen lugar talleres, actuaciones musicales o teatrales y los sábados, en un romántico guiño al desaparecido Cine Caleta, se proyectan películas.
Legal o ilegal, y con independencia de las críticas más o menos maledicentes o maliciosas, lo cierto es que gracias a estos okupas ocasionales, los gaditanos han recuperado un espacio para la cultura y, sobre todo, han marcado el destino futuro de un edificio llamado a ser pasto de la piqueta.
Primero sede de la Academia de las Artes y a los pocos años Hospicio Provincial de Cádiz, fue terminado de construir en 1760 en unos terrenos adquiridos por el Marqués de Valdehermoso por el arquitecto Torcuato Cayón de la Vera. El patio constaba de 26 columnas de origen dórico y enlosado con mármol de Génova. En su interior se puede contemplar la fachada de una iglesia que nunca se construyó.
A mediados del siglo XIX termina su función como hospicio y frenopático (de los malos tratos que recibían los internos surgen las leyendas urbanas de fantasmas en el inmueble) y recupera su carácter de edificio público destinado a la educación y cultura.
Fue sede de la Exposición Regional de Cádiz organizada por la Sociedad Económica de Amigos del País en 1879, instituto de enseñanza media, escuela de hostelería y aljibe ocasional de los vecinos del barrio de la Viña hasta que los especuladores lo apuntaron como futuro hotel de lujo.
La batalla del Valcárcel no ha hecho sino comenzar, pero el escenario de esta incruenta lid, se dirime hoy en quien va a gestionar las paredes de un histórico edificio que gracias a este pequeño grupo de ‘antisociales’ ha devuelto la cordura a los rectores públicos.

Taller de música en Valcarcel Recuperado. Foto de TonoCano

Fernando Quiñones. Valcárcel Recuperado. Foto de TonoCano

El edificio histórico en ruinas. Foto de TonoCano
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